Ecco Plan

Cuidar la Vida

Pensamiento de sistemas y cambio colectivo para el cuidado de la tierra

Hoy, en el día internacional de la tierra, somos llamados a recordar nuestra relación con ella para re encauzar nuestras acciones hacia el cuidado colectivo de la vida. Estamos transitando una crisis ecológica que va en aumento y la tierra nos pide atención a través de sequías, incendios, inundaciones, tsunamis y otros movimientos naturales que se están dando en épocas y lugares que quizás antes no sucedían. ¿Cómo escucharla sin que tenga que alzar su voz?

Podemos escuchar a la tierra reconectando con ella como seres humanos, como grupos de personas y como sociedad que deja una huella social, económica y ambiental a través de lo que hace y la manera en la que lo hace. Para esto, el pensamiento de sistemas puede sernos útil, permitiéndonos reconocernos como parte del todo y, así, cambiar colectivamente nuestras formas de hacer por unas que permitan la regeneración constante de la vida.

Desde el pensamiento de los sistemas vivos, los seres humanos somos parte de un gran entramado de vida y estamos interconectados con sus diferentes formas a través de intercambios de información, energía y materia. Cuando nos hacemos conscientes de esto a nivel individual y colectivo, podemos dar un giro a nuestras formas de ser, pensar y hacer en el mundo.  Para lograr esto, necesitamos empezar por recordar nuestra conexión con la tierra y, así, escucharla para lograr armonía en nuestra relación simbiótica.

En aras de esta re-conexión podemos preguntarnos:

¿Qué es la tierra para mí? ¿Cómo me relaciono con ella en mi vida diaria? ¿Dónde está la naturaleza en mi cuerpo?, algunas tradiciones ancestrales dicen que la tierra es nuestro cuerpo físico, el agua nuestra sangre, el aire nuestro aliento y el fuego nuestro espíritu. Por esto, podemos escucharla a través de nuestro propio cuerpo, pues somos una partícula de vida en todo un gran ecosistema que se compone de diferentes especies vegetales, animales, fúngicas, bacterianas, humanas.

Para escuchar la tierra a través de nuestro cuerpo, reconocer nuestras emociones y conectar con la sensibilidad es fundamental.

Una vez nos reconectamos con nosotros mismos, podemos también escuchar a la tierra  a través de lo que nos rodea, por esto quiero preguntarte ¿Cuál es la vida que tienes a tu alrededor? ¿Hay plantas, animales, puertas, escritorios, comedores, vasos, cuadernos? Te invito a hacer un ejercicio práctico y simple:


Toma un objeto que tengas cerca y hazte las siguientes preguntas. Puedes responderlas en un papel en texto o dibujo si deseas.

  1. ¿Qué es este objeto?
  2. ¿De qué materiales está hecho? ¿Qué elementos de la tierra hay entre ellos?
  3. ¿Cuál fue el proceso por el que pasó para llegar a tus manos?
  4. ¿Qué elementos de la naturaleza fueron usados en cada una de esas etapas?

En mi caso, tengo un cuaderno. Está hecho de papel y cartón, que están hechos a su vez con fibra de celulosa de madera. Para llegar a mí, una semilla fue naturalmente reproducida o  recolectada y sembrada, fue cuidada por personas y regada por la lluvia, talada cuando se convirtió en árbol, el cual fue cortado en trozos posteriormente y transformado en papel en una planta que usó metal y energía, que luego fue transportado en un camión haciendo uso de gasolina que está hecha de petróleo y almacenada en un lugar hecho de cemento compuesto de arcilla y piedras molidas donde yo lo adquirí y transporté de nuevo en un automóvil hecho de metales que hace uso de petróleo. Si yo hiciera un dibujo de cada momento de vida de este cuaderno, podría identificar múltiples formas en que la tierra permitió que cada uno de ellos se dieran.

Ahora bien, ¿Por qué hablo de emociones, cuerpo y cuadernos en el cuidado de la vida y en qué se relaciona con el pensamiento de sistemas para lograr un cambio colectivo? reconocer que somos tierra y estamos interconectados con todas las formas de vida nos recuerda que, como organizaciones que tienen un propósito de cambio social, económico y ambiental, debemos trabajar a través de una colaboración radical.

El pensamiento de sistemas vivos nos invita a pensar entre otras cosas, que:

  1. Estamos intrínsecamente conectados con la tierra y ella debe hacer parte de nuestras conversaciones;
  2. Todas y todos hacemos parte, por lo que no hay lugar a la exclusión alguna por diferencias culturales, étnicas, sociales, económicas o de otra índole;
  3. El impacto que generamos no lo generamos solo/as, sino en interconexión con otras formas de vida humanas y no humanas.
  4. Necesitamos armonizar nuestras relaciones para trabajar desde una la colaboración radical.
  5. El cambio que necesitamos es colectivo.

Cuando podemos reconectar con nosotro/as mismos como individuos y nuestra historia, con los otros como grupos humanos que somos y con la tierra como parte de un mismo todo, podremos cuidar y regenerar la vida en conjunto.

Claudia González

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